viernes, 22 de julio de 2016

Fe y Amor

Un hombre soñó en la noche que escuchaba la voz de Dios que le decía: “¡Levántate, toma a tu único hijo, a quien tanto amas, llévalo a uno de los montes que yo te indicaré y ofrécemelo como sacrificio!”.
         A la mañana el hombre se levantó, miró a su único hijo, a quien tanto amaba, miró a su mujer, la madre del niño, miró a su Dios. El hombre tomó al niño y lo llevó al monte, construyó un altar, le ató las manos y sacó el cuchillo para degollarlo. Entonces escuchó otra voz, y en lugar de su hijo el hombre degolló una oveja.

Ahora: ¿Cómo mira el hijo al padre después?
¿Cómo mira el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?
¿Cómo mira el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ambos a Dios?
¿Y cómo los mira Dios – en caso de que él exista?

Otro hombre soñó en la noche que escuchaba la voz de Dios que le decía: “¡Levántate, toma a tu único hijo, a quien tanto amas, llévalo a uno de los montes que te yo te indicaré y ofrécemelo como sacrificio!”
         A la mañana el hombre se levantó, miró a su único hijo, a quien tanto amaba, miró a su mujer, la madre del niño, miró a su Dios. Y él dijo: “¡No lo haré!”

¿Cómo mira el hijo al padre?
¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?
¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ambos a Dios?
¿Y cómo los mira Dios – en caso de que él exista?

Pues bien ¿cuál es la enseñanza del cristianismo? Dios fue ofendido por nuestros pecados. Hay que poder imaginárselo. Realmente, hay que poder imaginárselo. Y entonces él exigió expiación. ¿Y quién debe expiar? El hizo que su propio hijo fuese sacrificado en la cruz. Y allí no hubo ninguna voz que se interpusiese.
         Todavía hoy mucha gente cree que Dios malquiere la vida.